Tu mano, tu pensamiento y, cómo no, tu sensibilidad, te hicieron llegar a los más altos reconocimientos y, elevaron tu nombre y saber estar al Olimpo de la eternidad. Como no podía ser de otra forma, los problemas sociales, psicológicos, existenciales te hicieron mostrar tu inquietud sobre el papel porque, cuando el alma llora, es la mejor manera de evadirse de la realidad y, a la vez, dejar constancia de lo acontecido. Quien tiene tu sentimiento no puede dejar pasar inadvertidos los males y las injusticias que detecta a su alrededor. Se empapa de lleno, se embriaga de la pesadumbre, y eso le hace ver una realidad que quizá para otros, pase inadvertida.
Son todos aquellos que, como tú, encumbran las letras, la historia y la ciencia a los más insospechados avances, los que nos hacen reconocer que la vida está para vivirla. Y, como no podía ser de otra forma, me detuve y me impactó conocer tu gran y hermosa historia de amor con Marie-José Tramini, tu musa y tu compañera hasta el fin de tus días, aunque a mí, personalmente, no me guste usar la palabra "fin".
Es un ejemplo de amor incondicional, de respeto y admiración mutua, de valorar lo que se tiene, sin renunciar a la independencia de cada uno. "Amo como ama el amor. No conozco otra razón para amar, manifiesta Fernando Pessoa, que amarte. ¿Qué quieres que te diga además de que te amo, si lo que quiero decirte es que te amo?". Me pregunto si aún quedan amores así porque, a veces, tengo la sensación de que escasean en los tiempos actuales.
Marie-José Tramini supo despertar ese sentimiento tan profundo en Octavio Paz, uno de los escritores más prestigiosos del siglo XX, poeta, ensayista, diplomático mexicano y Premio Nobel de Literatura (1990). Se conocieron en Nueva Delhi a mediados de los años 60. Fue un amor a primera vista que sobrevivió a todos los avatares desde que volvieron a coincidir en una calle de París. "El amor es un sentimiento, refiere Octavio Paz, que sólo puede nacer ante un ser libre, que puede darnos o retirarnos su presencia". Ella le dio todo su amor, convirtiéndose en su musa insustituible para él. Mujer culta, elegante, cosmopolita, única. ¡Qué frase más bonita diría el Nobel sobre ella! "Es lo mejor que me ocurrió en la vida, después de nacer".
Y como mencioné anteriormente, Octavio Paz se preocupó enormemente por conocer y reflejar cómo los acontecimientos históricos influyen en los sentimientos del mexicano y marcan su actuación y su carácter en su libro "El laberinto de la soledad" (1950). Esto es extrapolable a todo ser humano no solo al mexicano.
Según el narrador y ensayista Enrique Serna: "La historia tiene la realidad atroz de una pesadilla; la grandeza del hombre consiste en hacer obras hermosas con la sustancia real de esa pesadilla".